Mirar las nubes.
Ver como pasan tranquilamente por delante de ti.
Observar como se van sin dejar rastro.
Descubrir formas y más formas.
Dejar volar tu imaginación y pensar solo en ellas.
Esponjosos algodones de colores que crean formas,
que se alejan de ti,
que huyen.
Las ves y las cojes con las manos.
Ganas te entran de comértelas,
pero solo puedes verlas pasar.
Más rápido o más lento.
Se van y les da igual.
Las ves a través de tus gafas.
Se hacen tus amigas, te escuchan,
te hablan, te consuelan ...
pero se van.
Mientras lloras, te queda el recuerdo de las noches que pasaste hablando,
o simplemente observándolas.
Atrás quedaron los días sin sentido.
Las nubes siempre tienen una historia que contar.
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